Estamos preparando este lugar para encontrarnos con la oracion
En este encuentro, como siempre te proponemos
que cierres los ojos un instante, haz
la prueba: recuerda que Dios ha puesto su morada dentro de tu corazón, allí lo
tienes, todo para ti. Dile
esta plegaria. No la pronuncies solamente con los labios, sino que te salga del alma, Dios te está mirando y escuchando. Él es tu Padre y tú el más pequeño
de sus hijos. Acompáñame y dile:
«Señor, Dios mío, única esperanza mía,
haz que cansado nunca deje de buscarte,
sino que busque tu rostro siempre con ardor.
Dame la fuerza de buscar,
tú que te has dejado encontrar,
y me has dado la esperanza de encontrarte siempre nuevo.
Ante ti están mi fuerza y mi debilidad:
conserva aquélla, ésta sánala.
Ante ti están mi ciencia y mi ignorancia;
allí donde me has abierto, acógeme al cruzar el umbral;
allí donde me has cerrado, ábreme cuando llamo.
Haz que me acuerde de ti,
que te entienda, que te ame. Amén».
haz que cansado nunca deje de buscarte,
sino que busque tu rostro siempre con ardor.
Dame la fuerza de buscar,
tú que te has dejado encontrar,
y me has dado la esperanza de encontrarte siempre nuevo.
Ante ti están mi fuerza y mi debilidad:
conserva aquélla, ésta sánala.
Ante ti están mi ciencia y mi ignorancia;
allí donde me has abierto, acógeme al cruzar el umbral;
allí donde me has cerrado, ábreme cuando llamo.
Haz que me acuerde de ti,
que te entienda, que te ame. Amén».
10 de agosto
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Programa misionero sobre San Agustin preparado por Juan Scherooll
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